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Del boceto a la realidad: el proceso detrás de un proyecto de diseño

En Gauzak creemos que un buen diseño no nace del azar, sino de un proceso de diseño de producto meticuloso, reflexivo y con una dirección clara. Es lo que llamamos dentro del mundillo como “cultura de proyecto”. Cada producto que desarrollamos pasa por una serie de fases que nos permiten transformar una necesidad o una idea en una realidad funcional y estética.

La cultura de proyecto es un proceso que implica:
– Estructura, con fases, objetivos y resultados.
– Comunicación y colaboración entre los equipos de las empresas involucradas.
– Documentación, plasmar por escrito desde el briefing hasta la serie de decisiones que se toman sobre el diseño del producto.
– Compromiso para que el resultado sea el mejor.

A lo largo de los años, hemos perfeccionado este método que, en nuestro caso, consta de cuatro etapas fundamentales. Este enfoque nos ayuda a garantizar la coherencia, la calidad y el valor de cada proyecto mediante un sólido proceso de diseño de producto.

 

 

Fase 1: Definición del problema / Briefing

Todo comienza con una pregunta: ¿Qué problema vamos a resolver?

En esta primera fase, nos sentamos con el cliente para entender a fondo la situación, el contexto del proyecto y los objetivos que se quieren alcanzar. Es un momento de escucha activa, donde analizamos qué quiere el cliente, qué necesita el usuario y cuáles son los condicionantes técnicos, económicos o logísticos.

De este análisis sale el briefing: un documento clave que recoge toda esta información y que nos servirá como guía durante el resto del proceso. Cuanto más claro y completo es este punto de partida, más sólida será la base sobre la que empezar a trabajar. Si no se define bien se corre el riesgo de que se produzcan cambios de rumbo en las posteriores fases: idas y venidas y tiempo de trabajo por ambas partes que se traduce en pérdidas económicas.

Una de las preguntas más habituales es el tema del tiempo disponible para el desarrollo de un proyecto. ¿Existe algún evento o hito que marque una fecha límite para su finalización? En este punto, en ocasiones realizamos un diagrama de Gantt en el que se plasman la duración de cada fase, de qué nos vamos a ocupar en cada una de ellas, las entregas y las reuniones.

Fase 2: Investigación y conceptualización

Una vez definido el problema, iniciamos la segunda etapa del proceso de diseño de producto: la investigación. Esta fase implica explorar qué se ha hecho antes, qué está ocurriendo en el mercado, qué tendencias emergen, qué materiales o tecnologías pueden ser interesantes. Parte de este proceso de investigación, el cliente lo tiene muy claro; él, como nadie, conoce su mercado, su competencia y sus aspiraciones. ¿Cuáles son sus productos/empresas de referencia? ¿Qué destacarías de las referencias qué nos has mencionado?

En definitiva, observamos, leemos, analizamos… y también bocetamos.

A partir de aquí, empezamos a generar ideas: desde las más lógicas hasta las más arriesgadas. Es una etapa creativa y abierta, donde no se juzga, se explora. Bocetos, moodboards, modelos de prueba… nos ayudan a visualizar las distintas direcciones posibles.

Nuestro objetivo es encontrar conceptos que no solo respondan al briefing, sino que abran caminos nuevos e inspiradores.

Nos apoyamos en bocetos en folios, garabatos en post-its y escribimos conceptos o breves frases que nos pueden inspirar una posterior solución creativa.

Para la realización de una investigación de mercado más minuciosa, plataformas como Pinterest nos aportan un sinfín de referencias específicas de empresas de alrededor de todo el planeta. Se trata, una vez más de entender la tecnología como una herramienta y no como un fin; este punto de vista implica criterio, consciencia y honestidad para con uno mismo como diseñador de producto y para con las propuestas que entregaremos.

La comunicación con el cliente es fluida durante todo el proyecto, pero es a la finalización de esta fase de conceptualización cuando mostramos las primeras ideas, los primeros conceptos y propuestas de diseño. Una presentación que resume todo el proceso de esta fase y que se materializa mediante palabras y renders.

Si te interesa saber más sobre como afrontamos cada proyecto, lee el post «El cinturón blanco del diseñador«.

Fase 3: Desarrollo del diseño

Con uno o varios conceptos preseleccionados, pasamos a una fase clave del proceso de diseño de producto: el desarrollo técnico y formal. Aquí se concreta lo abstracto: el concepto empieza a tomar forma con herramientas digitales (modelado 3D, simulaciones) y decisiones más técnicas (materiales, mecanismos, colores, texturas…).

Esta fase requiere especial atención a los detalles. Revisamos dimensiones, adaptamos a procesos de fabricación, ensamblajes, normativas… Nos gusta trabajar de forma colaborativa con el cliente y su equipo interno para asegurarnos de que lo que estamos diseñando es factible, sostenible y realista.

Ejemplo: La empresa nos encarga el diseño de un producto que se fabricará en chapa plegada porque es la tecnología y el material con los que tiene una experiencia de más de 30 años. Nosotros podemos proponer dimensiones, grosores, ángulos de plegado… pero será, junto con el equipo del cliente y su experiencia, con los que terminaremos de valorar todas esas especificaciones técnicas. ¡Se trata de fabricar y comercializar un producto sostenible!

La sostenibilidad entendida como un requisito del producto que abarca desde la optimización de materias primas, los acabados, el empaquetado y su transporte, la recepción por parte del cliente final y la vida útil.

Cada decisión aquí tiene un impacto directo en el producto final.

Fase 4: Prototipado y validación

El paso definitivo para confirmar que vamos por buen camino. Fabricamos un prototipo, ya sea funcional, estético o ambos. Este primer objeto tangible nos permite ver y tocar lo que hasta ahora solo existía en pantalla.

En ocasiones, y dependiendo de las capacidades del cliente y del producto diseñado, esta fase se puede trenzar con la anterior de manera que se van testeando las decisiones del desarrollo del diseño a pie de fábrica. Gracias al prototipo podemos detectar errores, mejorar detalles, ajustar proporciones o incluso descubrir nuevas oportunidades de mejora.

Esta fase es esencial para validar el diseño antes de lanzarlo a producción. Porque una buena idea mal ejecutada sigue siendo un mal producto. Y en Gauzak, queremos que lo que imaginamos funcione en el mundo real.

Como en la fase anterior, la colaboración con el equipo interno del fabricante se vuelve esencial para la toma de decisiones y la optimización del diseño.

 

Conclusión

El diseño no es solo una cuestión de estética, sino de método. En Gauzak llevamos años apostando por la “cultura del proyecto” como proceso creativo dentro del diseño de producto. Nos lo enseñaron así en la escuela de diseño. Un método claro, comprensible y participativo con el que conseguimos dividir el “problema” en pequeños logros para que el resultado de 1+1 sea igual a 3.

Sabemos que detrás de cada objeto bien diseñado hay un trabajo profundo de análisis, exploración, desarrollo y validación.

Esa es la parte que muchas veces no se ve, pero que define el valor de un buen diseño. Y para nosotros, es también la parte más apasionante del viaje.

 

Si te interesa saber más acerca del trabajo de un diseñador industrial, lee el post «10 frases del Sr. Lobo para diseñadores«.

 

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