Recordamos la leyenda de «Las Flechas de Plata» para hacer una pequeña reflexión acerca del diseño
Para comenzar hablando de «Las Fechas de Plata», nos debemos remontar a los años ’30 del siglo XX, y más exactamente a la Carrera Internacional del Automóvil Club de Alemania de 1934, dos años después de que la Comisión Deportiva Internacional, limitase el peso para los coches de competición a 750 Kg.
En aquella época, aparte de las marcas, competían los paises, que se identificaban por los colores de los coches, siendo el de Italia el rojo, el de Inglaterra el verde, el de Francia el azul o el de Alemania el blanco.
Mercedes, bajo las órdenes del innovador Alfred Neubauer, preparó la máquina perfecta (Mercedes-Benz W25) para plantar cara a Auto Union (posterior Audi), su principal adversario en aquella época. La sorpresa de Neubaumer y del resto del equipo fue que la tarde anterior a la competición, en la rutinaria verificación de pesajes, el coche alcanzó el peso de 751 Kg.
De la biografía de Neubaumer extraemos las palabras que siguieros a tan desgraciada noticia:
“¿Qué hacer? La carrera es mañana. No puedo hacer que desmonten todas las partes vitales del monoplaza… Todo está pensado y calculado hasta el gramo”.
“Bonita perspectiva”, me gruñe Manfred von Brauchitsch. “A ver si se le ocurre a usted una de sus afortunadas ideas. De otro modo… estamos lucidos”
“¿Lucidos?”, pregunto yo, y en ese mismo instante se me ilumina el cerebro. “¡Naturalmente, nuestra pintura brillante, esa es la solución!”
Y durante toda la noche, nuestros mecánicos raspan toda la hermosa laca blanca brillante que cubre nuestros bólidos… Cuando estos son llevados a la báscula, a la mañana siguiente, pesan, por el filo de un cabello, 750 kilos justos, y se muestran, desnudos de pintura, con ese tono metálico, acerado… plateado. Von Brauchitsch gana la carrera, por delante de Hans Stuck. Esta fue la primera salida de la “Flechas de Plata” Mercedes… y su primera victoria.
Sobre esta historia, hay muchas luces y sombras: acerca de la autoría de la decisión, la originalidad de la misma (adjudicada a la competidora Auto Union) o incluso que la decisión del cambio de color vino de la cúpula del Trecer Reich de Adolf Hitler, quienes subencionaron ambas marcas con medio millón de marcos para hacer de ellas un símbolo más de supremacía y poder.
Realmente a mí, me gusta más la Leyenda, esa historia que Alfred Neubauer se inventó para justificar el cambio de color. Porque ésta historia habla mucho de Diseño, y como lo funcional y lo eficiente de algo que casi alcanza la perfección, una obra ejemplar de ingenieria en el caso del Mercedes-Benz W25, no se abandona a «florituras» y excesos. Reflexionando sobre esta anecdota del mundo del motor, se me ha venido a la cabeza la figura de Dieter Rams.
No quiero señalar con esto que la pintura blanca del Mercedes fuera un exceso, pero si que muchas veces en el Diseño y nosotros los diseñadores, creemos imprescindibles decisiones, posturas, formas, acabados, que tal vez no lo sean, y no sean más que auto-imposiciones que condicionan el proceso hasta llegar a un resultado satisfactorio.
A ese coche, al Mercedes-Benz W25, le sobraba 1Kg. de pintura para ser perfecto. Sí.
Fuentes:
-Wikipedia (obvio): Alfred_Neubauer / Mercedes-Benz /
-Wikipedia (Inglés): Silver Arrows / Mercedes-Benz W25 /
– Blog «Retrorace»
– Web «Formula1.es» Esta web además, si queréis seguir leyendo hacerca de las sobras y otras verdades que esconden «Las Flechas de Plata».